-El beso es la utilización de los labios
 
Margarita hizo un movimiento y su cabellera vaporosa saturó el aire de perfume. Su vestido era hermoso. Era un vestido rojo. No se podía saber si quería entrar o sólo escapar de aquel entallado vestido a la moda, uno de esos trajes que intentan infructuosamente ser fieles a la veracidad de unas caderas, de los conos del pecho, del anticlímax de la cintura.
Pensé que aquella era la mujer apropiada para decirle:
-Vamos.
Sin embargo los ojos de Margarita habían visto mucho más de lo que uno podría
suponer. Habían visto edificios inclinarse levemente a un costado; habían visto grandes
ciudades devoradas por el fuego; habían visto niñas agonizar al momento de dar a luz a un hermoso varón; habían visto a sujetos honrados precipitarse escaleras abajo.
-Esta noche estás lo máximo -le dije.
-¿Sabes cuál es el problema contigo? -sonrió ella
-¿Cuál?
Margarita torció los labios de una manera que tendría que haber sido alegre,
mundana, efervescente. No dijo nada. Había un brillo en sus ojos. Dos círculos rojos se encendieron en sus mejillas. Sus pequeños dientes afilados se hicieron visibles en la medialuna de su sonrisa.
Le propusé ir a bailar, entonces.
-A bailar como locos.
-¿Ah, sí? -dijo ella, alzó la nariz con astucia y me miró desafiante- ¿Y después?
-Mm -dije, alzando las cejas.
Durante un tiempo bastante largo nadie dijo nada. Yo pensé apuntar a la ventana y decir algo como "mira, un ángel acaba de pasar", pero me limité a sostenerle la mirada.
-Tus ojos me están guiando a un lugar donde me estrellaré en tus labios húmedos -dijo Margarita. No, no dijo: cantó.
-¿Qué? -yo no podía creerlo.
-Me has escuchado.
-Je je -dije.
Entonces ella abrió la boca y deslizó su lengua dispuesta a lamerlo todo.
 

La besé en los labios

 
 
Redondos labios rojos
envían redondos besos.
 
-En China y en Japón la cultura erótica no conoce el beso con la boca abierta.
-¿O sea que ésto que estamos haciendo es una cochinada exclusivamente occidental?
 
Empezó a cantar: la enorme boca se abrió, como la de las máscaras antiguas de donde fluye la ola de las tragedias.
[ M. Yourcenar]
 
En la sala, entre gente que tomaba y conversaba,
 

El problema de hablar es que nadie evita que uno diga estupideces.

 

Feria de labios gordezuelos.

 

Revelar secretos

 

y de pronto algo estalló en el pozo de sus pupilas

 

Aquí está este soldado Margarita. Aquí está este soldado que quiere sentir tus brazos alrededor suyo, que quiere llevarse el recuerdo de tus besos a la batalla. No te preocupes por amarme. Eres una mujer que envía un soldado a la muerte con un hermoso recuerdo. Margarita, bésame. Bésame una vez.

[Sobre frase de Clark Gable a Vivian Leigh en Gone with the wind, 1939]

 
 
Murmuraba. Hablaba con voz muy queda. Una voz apagada, como sus ojos en ese momento. Al hablar destellaban los dientes, blancos, invencibles. Su dentadura era una reja que controlaba las palabras.
 

La besé suavemente en la frente

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