La banda sonora de la vida Tal vez fue Hollywood lo que nos acostumbró a asociar la vida con un fondo musical, con un constante y melódico comentario a la película de nuestras vidas. Pero por desgracia estamos rodeados por un ambiente musical que reclama únicamente las emociones más obvias y oficialmente apropiadas. Claro, la música ambiental no siempre alcanza su tiránico objetivo porque en la vida real las atmósferas emotivas nos llegan en retazos, fragmentariamente. Avanzamos a través de una zona estéreo a otra. Y esto no ocurre sólo en espacios públicos. La vida privada está igualmente atiborrada con fragmentos inconexos de música. La gente parece incapaz vivir sin que algo como la música llene el vacío en torno suyo. En 1981 el filósofo Alasdair MacIntyre publicó After Virtue, en el que entre otros asuntos denunció el creciente "emotivismo" visible en el siglo XX. Lo único que se le olvidó mencionar es el curioso paralelo entre ese "emotivismo" y la proliferación de la música grabada. Desde que los pétreos discos de 78 revoluciones empezaron a circular bajo el clavo afilado de los fonógrafos, la gente empezó a imaginar que la moralidad era un set de sentimientos en vez de un sistema de ideas. Es que hay algo mágico, algo sacro, en el acto de evocar un estado de ánimo liberando el contenido de un simple artefacto. Y lo sagrado juega fuerte con la fe. Y la fe es un destilado laborioso de algunos sentimientos. Nietzsche: con la música el hombre se siente como un Dios, avanza encantado, en éxtasis. The Birth of Tragedy Out of the spirit of Music. Allan Bloom: Si nosotros queremos rechazar el éxtasis de la irracionalidad, si nosotros queremos preservar un orden social clásico, religiosamente informado, racionalmente ilustrado, entonces debemos tragar la píldora amarga de Platón y alejar la música de nuestras vidas. The Closing of the American Mind (1987) Platón: el arte y los artistas son potencialmente peligrosos. Nietzsche: La música es un arma anti racional. La fe en el poder de la música parece universal en nuestros días. Pero muchos no le temen al emotivismo, y creen que a pesar de sus riesgos sirve para desarrollar la sensibilidad. Y que la sensibilidad estimula la inteligencia. En cierto momento se alegó que algunos estudios científicos parecían sugerir que los niños que escuchaban a Mozart a edad temprana demostraban un mayor rendimiento escolar. En 1998 Zell Miller, gobernador de Georgia, propuso un programa para obsequiar a cada recién nacido con un CD con una selección de música clásica titulado Build Your Baby's Brain Through the Power of Music. Zell Miller: Un comportamiento correcto puede ser inducido por un sentimiento correcto, en vez de ser transmitido por un conocimiento correcto. Zell Miller: La música es el más grandioso estimulante del ánimo que el hombre conoce. ¿Por qué no podemos acunar a las guaguas con un campo irradiador de buenos sentimientos? La música ocupa un lugar poco relevante en la escala de los dispositivos usados para interpretar la experiencia humana. Algunos compositores han intentado un acercamiento trascendental a la emoción humana. Beethoven: la música es una revelación más alta que toda la filosofía. Pero: ¿Quién ha aprendido algo de la música más allá de la recepción del simple impacto emocional de una pieza musical? La accesibilidad del CD con grabaciones de gran calidad técnica y artística ha creado el moderno problema de la música. La música crece en sofisticación y la audiencia se hace más exigente y conocedora respecto a una forma particular, y entonces se llega a un punto de saturación en que se revelan contra el exceso de sofisticación y se niegan a seguir los avances técnicos. El surgimiento del punk fue una consecuencia del virtuosismo exhibicionista de la música progresiva. Este natural y probablemente saludable patrón de alternancia entre sofisticación y rebelión primitiva ha experimentado un extraño sesgo en el siglo XX. Situaciones que perturbaron el ciclo Sofisticación/Rebelión: 1)La aparición del fonógrafo. El auditorio creció fuera de todo control. Y muchas formas que antes podían correr el riesgo de esfumarse con el paso de las circunstancias, quedaban grabadas intangibles. 2)Music business: El negocio. La radio. Las productoras. La codicia de los operadores dio al ciclo de la música una aceleración realmente salvaje. Ahora cualquier forma musical es abrumada por su contraforma antes de que los músicos profesionales hayan hecho más que un gesto en dar a la forma la sofisticación verdadera 3)Muerte de la soñada coherencia: el fenómeno más alarmante es la deformación del sentido de coherencia. La multiplicidad de formas sin consolidarse orgánicamente al sustrato social hace temer en una pérdida del eje fundamental. Y esto nos recuerda que la complicidad y la sofisticación sin propósito puede derivar en un estado que se conoce como decadencia. Platón: cuando un hombre se entrega ensimismado a la música empieza a ablandarse y a perder consistencia. La República Pero Platón y Nietzsche estarían muy decepcionados. La expansión de la música en el siglo XX no ha producido ni los seres insustanciales de Platón ni las bestias desinhibidas de Nietzsche. ¿Por qué? Adorno: Todo nos confirma que lo objetivo, lo real, es que jamás alcanzamos lo prometido, que el hambre debe ser satisfecho con la lectura del menú. La promesa es la realidad. Adorno: La industria cultural es un perpetuo engaño, hecho de perpetuas promesas. Tal vez este perpetuo incumplimiento de promesas ha desarrollado en nosotros el tumor de la ironía. La música tradicional se defiende contra la sobre elaboración creando una nueva clase de sobre elaboración. En la historia siempre había una nueva clase de música avanzando para reemplazar a la que mantenía aún la hegemonía. Ahora las nuevas formas se reúnen a sus predecesoras en una infinita galería de grabaciones. Adorno: El Pop occidental hace de nosotros forzosamente flojos porque sus emisiones son poco profundas y porque nosotros estamos obligados a escuchar lo mismo una y otra vez. Vivimos en la era más elaborada de la música en la historia del mundo. Lo nuestro es una clase de sofisticación que no puede ser rechazada sin crear aún más sofisticación, sin demasiada profundidad, pero de gran alcance.
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