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- La maquinaria de su éxtasis habría deslumbrado
a Tomás de Aquino si hubiera podido experimentar
su preciso fulgor en toda la extensión de sus
sentidos. Si algo sirve como argumento de la
existencia de Dios, son los millares y millares
de orgasmos que bailan en la cabeza de aquel
alfiler. Es la madre del microchip; es, junto con
la retina y la membrana timpánica, el más
rotundo triunfo de la evolución. ¿Para que
necesitan joyas? En el centro de su cuerpo brilla
un diamante.
- Y está ahí por la razón
por la que está ahí. No para que corra agua; no
para diseminar simiente. Está ahí como un
argumento. Como un signo que contiene mil signos.
Es un regalo de dios, un juguete gratis en el
fondo de la cotidiana caja de corn flakes, un
sencillo pero significativo presente para todas y
cada una de las chiquillas.
- Alaben a Dios, malditas.
- ver Materia
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