Tarantino opus IV

La venganza de la novia

 Por Oswaldo Chanove

En una entrevista a la revista de género Fangoria Tarantino resumió el argumento de su película: “La Novia, Uma Thurman, trabaja para Bill, interpretado por David Carradine. Bill es el asesino más grande del planeta, un Fu Manchú, un gran criminal que lo corrompe todo con dinero y poder. Este sujeto controla un equipo llamado Escuadrón de Mortíferas Serpientes Asesinas. La Novia deserta, queda embarazada, y se dispone a contraer matrimonio. Pero sus ex compañeros asaltan la iglesia el día de la boda, exterminan a los asistentes y la dejan por muerta con un tiro en la cabeza. Ella permanecerá en coma durante cuatro largos años. Al despertar escribe la lista de todos los que tendrán que pagar por su infamia.” Un detalle especialmente perverso es que durante los cuatro años de su enfermedad un asistente ha estado vendiendo su cuerpo dormido. 

Tarantino dice que luego de tantos años de espera había una gran expectativa y que era necesario dar todo de sí. Afirma que Kill Bill fue como escalar el Everest. 155 días de rodaje en Bejin, Tokio, California y México. Y al final se consiguieron esas tres horas de pura intensidad cinematográfica. Pero aparentemente ese material era demasiado para cualquier mortal, y no quedó otra alternativa que partir la película en dos partes.

Apenas exhibida la cinta en los Estados Unidos algunos críticos soltaron palabras poco halagüeñas. Que había demasiados chorros de sangre, que las escenas no eran verosímiles, que todo parecía un amontonamiento de virtuosismo, que la suma de las partes era inferior a las partes. Tarantino se revolvió en su sillón de entrevistado. Dijo que la película no pretendía ser realista. Y que era cine químicamente puro.  Y que en esa medida obedecía a otra lógica, a otras leyes, como corresponde al principal universo alternativo del mundo contemporáneo.

Luego, y por si alguno lo hubiese olvidado, pasó a explicar que esta cinta también es un puntual tributo a ese cine de artes marciales que, de ser una exótica extravagancia de oriente, se ha convertido en una presencia constante en la producción cinematográfica actual. Kill Bill rinde tributo a los tres reyes magos de las películas de karatecas de los setentas: Gordon Liu de Hong Kong, David Carradine, del Kung Fu de Hollywood, y Sonny Chiba de Japón. Por otro lado, la banda Sonora -que para Tarantino siempre ha sido espacio privilegiado para sus querencias-, también recoge referencias y alusiones cinéfilas. Están casi todos los grandes compositores de cine: Quincy Jones al lado de Isaac Hayes. Ennio Morricone de la mano de Riz Ortolani.

Pero el catálogo de alusiones no se detiene ahí. Las cinco asesinas que el personaje de Uma Thurman tiene que liquidar representan cada una un diferente subgénero. Los Shaw Brothers, los samuráis, el anime, el spaghetti western y hasta el “giallo” italiano. Un verdadero caldo concentrado de espectaculares colores.

 El muchacho que amaba las películas

El impacto de Pulp Fiction (1994) tiene escasos precedentes en la historia del cine. Un muchacho que no había terminado la educación escolar, de pronto era elevado a las alturas no sólo por millones de anónimos fans, sino por exigentes críticos que anunciaban el comienzo de una nueva era. ¿Pero quién era ese Tarantino? Se hablaba de un chico pobre e incivilizado. Connie Zastoupil, su madre, decía: “Quentin es muy capaz de hacer circular el rumor de que fue criado por lobos”. Y entonces, como suele ocurrir en el mundo anglosajón, los biógrafos se lanzaron a husmear entre los desperdicios, y antes de cumplir los 33 años el extraño director ya tenía tres obras consagradas a su vida.

Nacido el 27 de marzo de 1963 en Knoxville, Tennessee, cuando su madre tenía sólo 16 años, fue el resultado de un matrimonio que acabó pocos meses después. Según la versión materna, Tony Tarantino, un joven que pretendía ser actor, fue el medio que ella usó para emanciparse, y su embarazo fue un accidente que la mortificó tanto que no permitió que padre e hijo se encontrasen hasta muchos años después. Quentin (llamado así por el famoso personaje de Faulkner) tenía, como era de esperarse, una muy especial relación con Connie. Se cuenta que cada día de las madres escribía un complicado relato que siempre tenía como estrella principal a su mom, y que invariablemente obsequiaba en medio de un mar de lágrimas porque en las últimas líneas, de manera fatal, la madre era cruelmente asesinada. Su etapa escolar no fue muy brillante. Según propias declaraciones la única materia que le resultaba grata era Historia. Y eso porque las cosas pasaban como si fuesen películas. Y es que las películas eran lo único que le interesaba desde el principio. Porque su madre lo llevó a ver La pandilla salvaje a los ocho años, y a los nueve la acompañó a ver Conocimiento carnal (esa con Jack Nicholson).  En otros aspectos fue como cualquier otro muchacho criado en los suburbios de Los Angeles. Amaba la música soul y el rockabilly. Era fan excesivo de Elvis, como todos los fanáticos excesivos de Elvis. El único incidente especialmente notorio fue uno que ocurrió un fin de semana cuando intentó robar una novela de Elmore Leonard y fue detenido por los agentes de la ley. Cuando finalmente decidió dejar de perder el tiempo en la escuela, su madre le anunció que tendría que conseguirse un trabajo. Su primer empleo fue sintomáticamente en la industria del entretenimiento: era acomodador de un cine porno. No duró demasiado porque el asunto le pareció aburrido, y un tiempo después consiguió el puesto ideal en una tienda de videos cercana a su barrio. Era una tienda especial porque todos los empleados eran fundamentalistas en su pasión por el cine, y su nivel de competencia era tan estricto que uno de ellos se suicidó al comprender que jamás podría superar a Quentin.

Durante muchos años la vida de Tarantino se limitó a mirar todas las películas posibles. En lo personal en cierta ocasión afirmó que no era más que un jovencito lleno de furia y estaba seguro que si no hubiese conseguido ser director de cine se hubiese convertido en un insignificante malhechor.

Su extraño aspecto fue siempre un estigma para él. En determinado momento se sintió tan acomplejado por la forma de su mentón, que pidió cita con el cirujano plástico. El doctor le echó una mirada y dijo: a veces un rostro extraño es mejor que un rostro simétrico. Pero a pesar de lo singular de su personalidad no tenía el menor éxito con las chicas. No tenía dinero, la ducha no estaba entre sus lugares más frecuentados, y con demasiada frecuencia dormía en el asiento de su Honda Civic. “Siempre quise tener una girlfriend, pero no pude hasta que ya estaba bastante crecido”, dijo en una entrevista. Finalmente consiguió aprovechar al máximo la oportunidad cuando le encargaron seleccionar a una nueva empleada. Contrató a Grace Lovelance, y de esa manera tuvo el tiempo y el espacio para desarrollar su intrincado cortejo.

En 1987 escribe el guión de True Romance y luego de 4 años de esfuerzos consigue venderlo para que lo dirija Tony Scott. Continuando con su impulso creativo concluye en 1989 el guión de Natural Born Killers, aunque más tarde fue reescrito y dirigido por Oliver Stone. Tarantino, furioso, desautorizó la versión. Finalmente, sintiéndose insoportablemente traicionado, escribió Reservoir Dogs que en su mayor parte sucede en una sola locación para evitar gastos. Paradójicamente esta limitación favoreció el efecto claustrofóbico que confiere una singular atmósfera a la cinta. Pensaba rodarla con sus amigos, pero un golpe de suerte le permite acceder a Harvey Keitel. El resto es historia conocida.

 Malditos maestros

Antes de que Tarantino empezase a hacer películas uno de sus héroes era el francés Jean Luc Godard. Admiraba sus inusuales y largas tomas, los frontales primeros planos, pero no era un incondicional. Frente la festejada À Bout de Souffle (1959) afirmó que prefería la versión americana de Jim McBride -Sin aliento (1983)- con Richard Gere en el papel principal. Sus opiniones no suelen someterse al consenso. Por ejemplo al venerado Kubrick le reconoce algunos hallazgos, pero lo encuentra demasiado frío, demasiado compuesto, demasiado racional. Aprecia sus films, pero no siente afecto por ellos. Considera que la Naranja Mecánica sólo es valiosa por su primera parte, y le parece que Kubrick es un hipócrita cuando afirma que no se le ponía dura cuando filmaba las escenas de violencia.  Es más piensa que viendo Lolita (1962) uno llega a pensar que el director no leyó la novela. Y, para escándalo de algunos, afirma que la versión de 1997 de Adrian Lyne no sólo es mucho mejor, sino una verdadera obra maestra.

Curiosamente se reconoce fanático de las llamadas Hang-out movies: Películas cuyo atractivo principal son los caracteres. Entre sus películas favoritas están: Rio Bravo (1959) Howard Hawks; Taxi Driver (1976) Martin Scorsese; Blow Out (1981) Brian de Palma; Dazed and Confused (1993) Richard Linklater y The Three Musketeers (1973) Richard Lester. Aparte de eso es un ávido consumidor de cine de serie B, y del melodrama de los cincuenta al estilo de Douglas Sirk. Finalmente, y por alguna extraña razón, considera que la meta de su vida es convertirse en el Bob Dylan del cine.

 

Noticias sobre una extraña existencia

22 de octubre 1997. Tarantino se encuentra paladeando un plato de tallarines en compañía de Harvey Weinstein, de Miramax en un lujoso restaurante de West Hollywood cuando se presenta Don Murphy, coproductor de "Natural Born Killers." Luego de las primeras palabras se inicia un pugilato. Un testigo ocular declara luego al Sheriff que ninguno de los participantes sabía nada de luchar. No hubo cargos, y los jefes de prensa anunciaron que al final ambos se estrecharon las manos. Sin embargo Don Murphy deslizó que piensa festejar el día de la muerte de Tarantino.

1993 – 1997 Quentin Tarantino comparte el lecho con Mira Sobrino.

Famoso por su mal talante, a Tarantino no pareció importarle las revelaciones de sus biógrafos tempranos: en A bocajarro, Wensley Clarkson revela aspectos íntimos de la vida sentimental de su madre; en The Man and His Movies la periodista Jami Bernard destaca su pasión por la comida-basura. Inside Story, Jeff Dawson descubre al mundo que el genio casi no se relaciona con las pastillas de jabón.

Toni Tarantino, progenitor del director, fue presentado a la opinión pública hace algunos años por medio de una foto en la que apunta con un arma de fuego.

Algunos chismosos han visto a Kil Bill como un recurso de megalómano para conquistar a Uma Turhman. Su obsesión por la actriz es tan evidente que hay un momento en que se regocija con un primer plano de los pies de su musa. Es necesario anotar que si bien éstos pies no tienen hermosos dedos, es innegable que poseen una enigmática nudosidad.

Tarantino es propietario con Lawrence Bender de la productora Band Apart, en claro homenaje a la cinta de 1964 de Godard (Bande à part ).

Cuando una película le interesa va a verla a la primera función y entonces se siente liberado del suspenso, del interés por el argumento, y entonces continua viéndola para disfrutar de una manera más pura.

Ambicionaba ser actor pero luego de docenas de audiciones sólo consiguió un papel de uno de los muchos imitadores de Elvis.

Es fundador de Rolling Thunder label que se dedica a relanzar viejos films de serie B.

Gastronómicamente es un verdadero experto en comida chatarra.

Rechaza la tecnología. No sabe manejar computadoras y no tiene idea de lo que es el Internet. Hasta hace poco se negaba a aceptar el teléfono celular.

A los sesenta años no quiere continuar haciendo películas. Piensa que el oficio de director de cine es una actividad para jóvenes. Los grandes directores hacen sus grandes obras al principio de su carrera, luego, ya de viejos, viven una lamentable decadencia. Piensa retirarse y dedicarse a proyectar su colección de películas en un cine de barrio.

Ha comprado recientemente un viejo cine en Los Angeles. Dice que ha descubierto que en el fondo tiene un corazón de propietario de cine de barrio.

En la actualidad tiene en mente realizar una película de James Bond. En unas declaraciones suyas en Gran Bretaña dijo que "podría hacerlo de la manera más correcta". Y es que actualmente, Tarantino negocia los derechos de la película "Casino Royal". Respecto al film, declaró: "Me gustaría realizarla con Pierce Brosnan, y retomar la muerte de Tracy, la esposa de Bond".

 La felicidad está en la tercera fila

Cuando Tarantino va al cine no se sienta en la primera fila para que no le duela el cuello. Escoge la tercera o cuarta, de manera que la pantalla se apodere por completo de su atención. La invada. Lo asimile. Lo penetre. Y nada ni nadie lo moleste. El quiere ser abrumado. Dice que de otro modo no tiene sentido ir al cine. Si uno va a ir al cine lo mejor es meter su vida dentro de la pantalla, o meter la pantalla dentro de su vida. ¿cuál es la diferencia? Lo que ocurre es que Quentin Tarantino es esencialmente un fan boy, un adicto espectador cuya pasión lo ha llevado a querer ser partícipe de ese universo que es mejor que el de la vida real. Entonces el director es una mutación del espectador.

Desde este punto de vista Tarantino no gasta una mirada irónica, como afirman ciertos críticos, frente a las estridencias de la cultura pop. El ama la cultura pop. El se siente auténticamente impresionado con los chorros de sangre, y no se avergüenza demasiado de precipitarse en una excitación innombrable frente a algunas escenas de perfecta violencia. ¿pero aparte de esta actitud políticamente incorrecta e irresponsablemente honesta que es lo que hace que Tarantino sea considerado uno de los principales cineastas contemporáneos?

Los primero que salta a la vista es esa inteligencia cinematográfica que se expresa en un audaz estructuración del clímax y anticlímax. Esto suele estar admirablemente puntuado por un uso singular de la banda sonora. Sus terribles escenas de violencia suelen estar precedidas por largas escenas con diálogos pueriles. Nimiedades, cómo él dice. “El amor por las nimiedades de la rutina diaria, como el amor por la cultura popular es una forma de nostalgia, una versión comida chatarra de la madeleine de Proust” dice Larissa MacFarquhar en el New Yorker.

Por otro lado está ese “mirar fuera de la caja” que lo caracteriza, y que le permite encontrar lo valioso en lo que otros han apresuradamente desechado. Por eso es famoso por redescubrir estrellas en decadencia. Basta citar a John Travolta.

Pero quizá lo que hace fascinante a Tarantino es que su ambición desmesurada y sus pretensiones de genialidad no lo hacen buscar respetabilidad en la “cultura de lo trascendental” (Orson Welles interpretando a un ya sacralizado Shakespeare), sino que se mantiene firme en sus fuentes, en ese cine de género que uno mira una y otra vez, y que es ya parte de la vida cotidiana.

 

 

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