River of no return / Almas perdidas

Como suele ocurrir en Hollywood a veces lo único que se persigue es la taquilla y de pronto misteriosamente salta la chispa del genio. River of no return, conocida aquí como Almas Perdidas, es una cinta memorable, no por su débil argumento, sino por la brillante combinación del casi impenetrable Robert Mitchum y esa precisa Marilyn Monroe (que merece adjetivos que aún no se han inventado).  Unión de dos perfectos contrarios gracias al efecto emulsionante del amor. Matrimonio de la hormiga y la cigarra que, en una optimista y muy americana negación del potencial estético de la tragedia, nos demuestra que el destino puede ser enfrentado y vencido, como se vence las aguas de un caudaloso río. Y la radicalidad de los caracteres permite emocionantes acciones de riesgo donde ambos van cediendo y mostrando su esencia. Hay escenas que quedarán envasadas para siempre en lo profundo de nuestra memoria: Marilyn en el bosque; el blue Jean de Marilyn; las melancólicas canciones empapadas de Marilyn, y, claro, la escena final, donde el “romántico” Mitch se echa por encima del hombro a la Marilyn y la transporta a su humilde cabaña. Dirige Otto Preminger.1954

 

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