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¶ Margarita, la mujer por la que alimentaba una secreta pasión se arrancó una mano como si cortase un guante, y la colgó de un clavo en una pared donde había otras cosas, utensilios, instrumentos de tortura. Yo besé esa mano buscando con los ojos a la mujer que más amaba y ella, de lejos, me sonrió. [sobre tema de Guido Ceronetti/ El silencio del cuerpo] |
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