.......................... Poema de Hank Chinasky sobre el asunto de Leelee Sobieski  

Carajo, estaba más triste que si hubiese asistido al entierro de la última persona viva y entonces vi que una mujer entró a la habitación y me miró fíjamente:    

-¿Eres tú?  

-No me jodas -dije.  

Le clavé la mirada:  

-No me jodas -repetí.  

Di un paso adelante y abrí la boca:  

-Estoy hasta las huevas, cansado, apaleado, hundido, jodido, recontrajodido.  

Levanté la cabeza hacia el cielo mientras daba un paso hacia adelante:  

-Estoy liquidado.  

Y cuando ya estaba justo frente a ella, acerqué mis labios a su oreja y le expliqué la situación:  

-Necesito tirarte.  

Ella soltó una carcajada. Su risa era cantarina. Hubiese podido sacar un papel y anotar que su risa era dorada.   Su risa la rejuvenecía, la convertía en una chiquilla de 12, quizá trece años.   Retrocedí un paso y la miré de arriba a abajo.   Vi su hígado y sus entrañas temblando.  Vi un cargamento de sangre que se bifurcaba y ascendía dulcemente hasta sus mejillas.   Vi que Jesucristo, la Virgen, los Santos y todo el resto estaban en el fondo de su corazón.   Y, señor Juez, tuve que ir hacia ella.   Tuve que alzar sus faldas   Y reconozco que no estoy seguro si hubo amor verdadero en todo el asunto,   porque lo único que podía salvarme era   estar en un sitio real,   sí,   cuando le arranqué los calzones y mi verga entró allí,   oh, cuando le metí la pinga   yo pude ser Alguien   otra vez

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